Susana Baca

Susana Baca

“El diálogo entre nuestros artistas trazaría el futuro de la cultura iberoamericana”

Fotografía: EFE/Susana Sáez
Texto: Macarena Soto

 Susana Esther Baca de la Colina vive en Lima desde el día en que nació, el 24 de mayo de 1944. Hija de Ernesto Baca y Carmen de la Colina, su carrera ahonda la relación de su familia con la música afroperuana. Defensora de las raíces africanas de los latinoamericanos, ha sido ministra de Cultura de Perú y ganadora de dos Grammy Latino.

Lima.- Testaruda defensora de sus raíces, desde su barrio limeño de Chorrillos echa la mirada atrás para recordar los jueves de baile, los pescadores que “por solidaridad” le regalaban pescado cuando era pequeña, sus comienzos, los consejos de su madre y sobre todo, desde la ciudad que la vio nacer, reivindica el poder de la cultura para romper prejuicios y alcanzar la justicia social que merece la región.

“La cultura refleja el alma de los pueblos, refleja lo que somos, nuestras costumbres, nuestra manera de ser, de pensar. Si te sientes segregado, marginado, no te sientes parte; el sentido de pertenencia es lo más importante que tiene la cultura para el ser humano”, arranca una vivaz Susana Baca a sus 72 años.

Famosa por ser una de las grandes representantes de la música afroperuana, insiste desde el sofá de su casa de Lima en que la cultura no es solo expresión artística, sino que está directamente ligada “a la defensa de los derechos humanos”

“Creo que la creación de esa relación fue el paso más importante que se dio a nivel mundial en la cultura y en los derechos humanos; tú tienes derecho a disfrutar de todas las expresiones culturales que tiene tu país, a conocerlas y a tenerlas”, continúa Susana que también fue, por un periodo corto, ministra de Cultura de Perú.

“La cultura siempre estuvo en manos de gente elitista, gente que no reconocía la diversidad cultural que tenemos, no reconocía el aporte de los afrodescendientes, el aporte de los indígenas, de los amazónicos, con todos sus conocimientos y su arte”, asegura.

LA CULTURA VIVA

Una experiencia al frente del Ministerio que califica de “muy grata”, en la que trató de rescatar “la cultura viva, que camina, los cantantes, los músicos, los teatreros y los cirqueros, la gente que hace arte cada día de su vida, los ceramistas, los pintores…”.

“Fue trabajar con ellos, juntarlos, reunirlos, decir, por ejemplo, a la gente de los pueblos amazónicos y de los pueblos indígenas, que el Ministerio de Cultura era su casa, que abríamos las puertas para ellos; fue muy hermoso el trabajo”, rememora.

La cantante recuerda una Lima y un Perú muy diferentes a los de su infancia, celebra que la capital se haya convertido “en una ciudad mestiza”, de “muchas expresiones” y con “muchas maneras de sentir, llena de una diversidad enorme”.

Asimismo, lamenta que los logros de la ciudad hayan ocasionado problemas de movilidad e inseguridad, pero insiste en que “en Lima está presente todo el Perú, los barrios, las festividades”, algo que, a su juicio, “ha hecho muchísimo bien” a los peruanos.

Esta afroamericana asegura que su trayectoria profesional ha sido más difícil que la de otras personas pero ser afro y por ser mujer: “somos un país un poco discriminatorio, fue muy difícil cantar música afroperuana, expresarme en mi propia cultura, mía, eso que viví desde niña”.

“Hay que luchar contra el prejuicio ¿no?, o sea ‘negra: mujer ligera, mujer fácil’. Ese es el pensamiento, entonces tienes que estudiar, tienes que ser alguien, tienes que sobreponerte a todo lo que te digan, tú puedes ser la mejor, pero tienes que lograrlo”, subraya esperanzada.

IDENTIDAD MUSICAL

Se refiere a ese mismo principio para explicar por qué lleva más de cincuenta años empeñada en rescatar la música que surgió con la llegada de los esclavos africanos a Perú, para lo que regresa a la cuestión identitaria.

“Por la identidad, porque necesitas tu identidad, tenerla clara”, arranca la explicación para reconocer que “ahora los jóvenes tienen una identidad diferente a la nuestra, ya no tienen que luchar para que sean reconocidos como afrodescendientes”.

A su juicio, “ya no importa de dónde vengas, la cosa es que tengas el alma abierta hacia otros modos de sentir y de pensar lo que son las otras culturas” algo que, según cuenta, lo ve “en la música” de grupos formados por personas de diferentes procedencias.

“Todos juntos y todos expresándose a través de la música y bien, con las mentes abiertas, con las almas abiertas, es encantador, siempre los jóvenes te dan lecciones”, reflexiona la artista que entiende la relación de América con África como una cuestión de “hermandad”.

Sobre las uniones entre América Latina y la Península Ibérica, Baca responde que son “muchas”, entre las que enumera desde la forma de cocinar, hasta la música, pasando, “por supuesto”, por el idioma.

Con respecto al papel de la Secretaría General Iberoamericana en esta relación, la peruana asegura que “se pueden hacer muchas cosas” y califica al organismo como “un espacio de diálogo entre los países”.

Opina que ese diálogo, además de ser entre los presidentes, debería llegar también a los profesionales de las distintas áreas: “un diálogo entre los artistas en América Latina sería maravilloso, sería algo que nos llevaría a trazar el futuro de una cultura iberoamericana”.

Apunta a que dentro de los retos que la región tiene que afrontar se encuentra aún la pobreza, que “no es solamente falta de recursos económicos, sino esa pobreza que limita en cuanto a vivir bien, como un ser humano”.

“No podemos concebir en nuestros países todavía esos bolsones de pobreza donde la gente no tiene ni agua ni desagüe, son retos que tenemos que superar para tener latinoamericanos felices en el futuro, tenemos derecho a la alegría, a la felicidad”, reivindica.