Gabriela Montaño

Gabriela Montaño

“La gente en nuestros países tienen que poder sentir que las Cumbres Iberoamericanas generan resultados inmediatos en su vida”

Fotografía: EFE/Martín Alipaz
Texto: Macarena Soto

Lily Gabriela Montaño nació el 2 de diciembre de 1975 en Cochabamba (Bolivia). Médica de formación, dio pronto el salto a la política para acompañar al presidente Evo Morales. Expresidenta del Senado boliviano, preside actualmente la Cámara de Diputados y no cesa en la lucha para alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres.

La Paz.- Gabriela Montaño (1975, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia) estudió medicina pero preside la Cámara de Diputados de Bolivia desde enero de 2015. Cuando el presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera no están en el país, ella asume las riendas del Estado Plurinacional desde donde pide más integración iberoamericana y que la ciudadanía pueda “sentir que las Cumbres generan resultados inmediatos en su vida”.

Montaño asume que a lo largo de su vida ha recibido un trato discriminatorio por el hecho de ser mujer, “no más ni menos que cualquier otra boliviana”, “esas miles de mujeres que han ido construyendo una conciencia social sobre colectivo”.

“Soy una mujer como las miles de mujeres que existen en Bolivia, con compromiso político y social, no me siento una mujer más especial que ninguna otra, pero sí creo que he tenido la oportunidad que muchas otras no han tenido”, reconoce.

Montaño avisa de que “siempre” usará “esa oportunidad y ese espacio para visibilizarlas a ellas” porque, a su juicio, “esta no es una construcción individual sino colectiva” y, si ha podido llegar a la presidencia del Congreso, es debido a “millones de mujeres en la historia de este país que incluso han dado su vida por tener mayores oportunidades”.

MUJERES

Ante las exigencias que reciben las mujeres frente a los hombres para alcanzar puestos de responsabilidad, a la cruceña le molesta que, cuando una mujer alcanza un espacio de decisión, se considere que “lo hace porque es especial”.

“Si hoy somos más del 50% de mujeres en el Congreso ha sido gracias a la lucha del pueblo boliviano, a que estemos en una nueva constitución luchada por todos, gracias a muchas mujeres, desde (la libertadora) Juana Azurduy hasta las mujeres en las calles y mercados que siguen luchando en el día a día para construir mejor país”, reivindica.
Y consciente de que el cambio ha de ser profundo y definitivo, tiene claro que la transformación se tiene “que construir como sociedad” ya que “el patriarcado también afecta a los hombres”: “hay que luchar como sociedad, para desterrarlo, porque afecta al conjunto del país y disminuye la posibilidad de que el desarrollo se dé más equitativo”.

En ese sentido, afirma que “si uno tiene al 51% de población relegada a una esquina de la sociedad, va a tardar mucho más en generar desarrollo y mejores condiciones de vida, no solo para las mujeres sino para todos”.

Defensora acérrima de la gestión del presidente Evo Morales, considera que tiene un liderazgo “muy especial”, consolidado tras “muchas décadas” y “decenas de generaciones” y en él “confluyen no solo capacidades de oratoria, sino una historia de vida”.

“Hay una Bolivia antes de Evo y otra después”, sentencia rápido para explicar que su país era “incapaz de reconocerse como una mayoría indígena, con una presencia muy potente de mujeres”, una concepción de la que ya no se puede dar marcha atrás “porque está en la conciencia más profunda del pueblo boliviano”.

Y ante la posibilidad de tomar el testigo de Morales y pasar del primer indígena presidente de Bolivia a la primera mujer, Montaño asegura que es algo en lo que no ha pensado.

“Ni siquiera soñé con ser presidenta del Congreso. Soy soldado de una revolución soñada, colectiva y de construcción colectiva, la potencia del liderazgo de Evo todavía trasunta para años en adelante”, añade.

Celebra el proceso de paz en Colombia como algo propio, extensible a toda América Latina e Iberoamérica, lo que derivará en que la XXV Cumbre iberoamericana de presidentes y jefes de Estado de Cartagena de Indias tenga “un ambiente muy especial”.

COLOMBIA ES PAZ PARA TODA IBEROAMÉRICA

“Colombia está llegando al final de un proceso muy largo de construcción de paz y esa paz en Colombia es paz para todo el continente y todo Iberoamérica, y las Cumbres deben servir para consolidar esa paz”, opina.

Anhela, “como latinoamericana”, “una zona de paz”, e insiste en que “no se puede ser una zona de paz con medidas que militaricen” los territorios, “aceptando bases militares”.

“Bolivia es una muestra de que se puede transformar profundamente sin violencia, en el marco de la democracia. En estos últimos 15 años, Bolivia ha generado transformaciones profundas que es lo que anhelamos en nuestro continente”, subraya.

Asimismo, apunta a que los retos iberoamericanos se aproximan al reconocimiento de una comunidad “unida por la lengua” y marcada por “muchas culturas muy diversas”, en la que se entremezclan diferentes “maneras de vivir, de organizarnos económicamente, disfrutar de la vida o llorar a nuestros muertos”.

IBEROAMÉRICA: DIVERSIDAD EN TRANSFORMACIÓN

“Son (culturas) muy diversas y en esa diversidad hemos de ser capaces de consolidar mecanismos de integración”, aunque avisa de que esa integración será “inviable” si se entiende por “homogeneización”.

A su juicio, Latinoamérica “no es la de hace 15 años” y, por tanto, “requiere una integración de ida y vuelta” y no como “durante mucho tiempo se vio la integración iberoamericana, como un mecanismo de cooperación de Europa hacia acá”.
“Integración, más integración y cada vez más integración es lo que necesita Iberoamérica (…) que no sea una imposición ni una homogeneización, tiene que ser una integración económica y política en la diversidad”, reclama.

Además, apunta a que uno de los grandes retos de la región pasa por “la transformación de la calidad de la vida” porque, bajo su opinión, “la gente en nuestros países tiene que dejar de sentir que las Cumbres y las reuniones de presidentes y jefes de estado se desarrollan allá lejos de su vida y su realidad, tiene que poder sentir que eso genera resultados inmediatos en su vida”.

Crítica, mordaz y concisa en sus reivindicaciones, también se muestra positiva y segura de que en Iberoamérica “podemos dar ejemplo de lo bueno que hemos hecho, de los logros” y “compartirlos con nuestros hermanos en cualquier parte del mundo”.