Keylor Navas

Keylor Navas

“En Iberoamérica, todas nuestras culturas son capaces de convivir de manera natural”

Fotografía: EFE/JuanJo Martín
Texto: Macarena Soto

Keylor Antonio Navas Gamboa nació el 15 de diciembre de 1986 en San Isidro, Costa Rica. Comenzó a despuntar en el Deportivo Saprissa de su país natal; tras conquistar varios trofeos probó suerte en equipos españoles hasta que el Mundial de Brasil de 2014 le hizo merecedor de la mirada del Real Madrid donde es portero titular.

Se maneja entre palos como quien no hubiera tenido otro hogar en el mundo, sus paradas hicieron que todo un país llorara de emoción y que Costa Rica llegara por primera vez a cuartos de final; ahora es portero indiscutible del Real Madrid, el club de sus sueños, desde el que afirma que “todas nuestras culturas son capaces de convivir de manera natural”.

Keylor Navas siempre soñó con ser futbolista, frente a las ganas del resto de niños de su escuela de enfundarse un uniforme de policía, salvar vidas como médico o apagar incendios junto a los bomberos, Navas siempre se vio con un balón cerca.

“En mi cabeza y en mi corazón siempre estuvo la idea de ser jugador de fútbol”, adelanta Navas desde Madrid, en un descanso de la intensa actividad del Real Madrid, donde milita desde finales de 2014 tras pasar por el costarricense Deportivo Saprissa y los españoles Albacete y Levante.

Lejos de lo habitual y siendo consciente de que los guardametas atraían menos los focos que el resto de jugadores, desde muy pequeño Navas supo que si iba a dedicarse al fútbol sería observando el juego desde los tres palos de una portería.

“Mi papá me llevó a uno de sus partidos y antes había un partido entre niños. En ese partido me fijé en uno de los porteros, que pegó un chut muy bueno. Me impresionó. Me llegó al alma, y fue en ese preciso instante en el que decidí que yo quería ser portero”, rememora.

Así, Navas empezó a jugar al fútbol “de forma regular y organizada”, observando cómo su padre se desenvolvía en el campo junto a sus amigos, en una infancia de la que destaca los momentos de fútbol y los ratos en los que montaba a caballo.

“La mía fue una infancia tranquila. Tengo dos recuerdos por delante de otros muchos: jugando al fútbol día y tarde y montando a caballo. Jamás podré olvidar aquellos maravillosos años”, asegura.

Y si su infancia estuvo marcada por tiempos tranquilos y dulces, el camino al fútbol profesional supuso un cambio abrupto de vida.

“Lo cierto es que fueron muy difíciles. Alejado de mi familia, intentando crecer lejos de casa”, dice Navas, quien añade restándole importancia que aquella “fue una apuesta personal”.

Tenía un pálpito “dentro de mi corazón de que todo aquel esfuerzo y sufrimiento iba a merecer la pena. Sin duda alguna que con la ayuda de Dios logré superar las barreras con las que me encontré”, subraya.

Creyente y practicante -su gesto más conocido son los índices de sus manos apuntando al cielo mientras ve desde fuera del área los penaltis de sus compañeros-, apunta a que debe su éxito deportivo a Dios.

“La mayoría de la gente no consigue lograr el sueño de su vida. Yo he logrado conseguir los dos sueños de mi vida. Esto es algo que le debo a Dios. Entrar en un estadio y poder cantar junto a mis compañeros el himno de mi país es algo indescriptible con palabras. Pertenecer al mejor club del mundo es la culminación de un anhelo máximo. Pertenecer al Real Madrid es la felicidad absoluta desde el punto de vista profesional de un jugador”, apostilla.

Navas, orgulloso costarricense y nacionalizado español tras llegar al Real Madrid, recuerda su llegada a España en 2010, que conllevó “un cambio muy grande” en su vida.

“Pero siempre, gracias a Dios, me ha rodeado gente muy buena que me ha ayudado en todos los momentos”, dice en referencia a sus allegados en España, lugar que define como “un país que lo tiene todo para poder ser feliz”.

Y aunque el cambio de Costa Rica a España fue profundo, el idioma ayudó a que se adaptara rápidamente a las costumbres y la forma de ser de los españoles.

“Obviamente, el idioma es un bien indestructible”, dice en referencia a lo que tenemos en común los iberoamericanos y rescata que sobre todo “tenemos muchas culturas” que “son capaces de convivir de manera natural”.

Al respecto insiste en que “la unión hace la fuerza” por lo que considera que “estar unidos es muy bueno” para la región en su conjunto y para cada uno de los 22 países iberoamericanos.

Referencia en su país y en el Real Madrid como una persona entregada al esfuerzo y la disciplina del deporte profesional, apunta a “la promoción del deporte desde pequeños” como “algo muy saludable para las sociedades” y que podría profundizarse en Iberoamérica para mejorar la vida de los ciudadanos.

“Los valores básicos del deporte son base para las sociedades modernas civilizadas: espíritu de superación, solidaridad, compañerismo, salud física y mental… Para que todo esto pueda crecer se necesitan planes adecuados en la construcción y organización de infraestructuras”, puntualiza.

Con tan solo 29 años el palmarés de Keylor Navas pone ya un broche de oro a su periplo vital desde la rural San Isidro que le vio nacer. Seis títulos nacionales en Costa Rica y cinco continentales entre los que cuenta la Champions League y la Supercopa de Europa, convierten a este guardameta en el presente y el futuro de la portería costarricense y madridista.