Gioconda Belli

Gioconda Belli

“En Iberoamérica tenemos una literatura propia que nace de nuestras realidades”

Fotografía: EFE/José Méndez
Texto: Macarena Soto

Gioconda Belli nació el 9 de diciembre de 1948 en Managua (Nicaragua). La segunda de cinco hermanos, cursó parte de sus estudios en España y Estados Unidos. Conocida por su prosa y su poesía, fue opositora a la dictadura de Anastasio Somoza y fiel guerrillera del Frente Sandinista de Liberación Nacional que consiguió derrocarla.

Exguerrillera e incansable soñadora, se recuerda desde pequeña siendo “un ratón de biblioteca”, algo que a día de hoy se ha convertido en parte de su oficio de escritora, profesión que le ha dado un lugar muy relevante dentro de la literatura iberoamericana, “una literatura propia nacida de nuestras realidades”.

Gioconda Belli (Managua, 1948) sigue teniendo a la literatura como su pasatiempo favorito y reconoce que la parte profesional llegó sin provocarlo, tras sentir “las palabras ordenarse en versos” dentro de su mente.

“Me di cuenta que era importante lo que hacía, que me traía felicidad y una manera de expresarme que tenía eco en los demás. Cuando quise escribir novela fue cuando me di cuenta que tenía que dedicar todo mi tiempo a escribir”, rememora.

Autora de la mágica novela ‘La mujer habitada’, Belli considera que su otra profesión, la de periodista, sigue siendo “crucial para las sociedades” y asegura que no imagina “un mundo sin periodismo profesional”.

OFICIO, LENGUA E IDENTIDAD

“La mirada del periodista, su capacidad de adentrarse en otras realidades le da profundidad a la información. Es bueno que haya otros medios de comunicarse y que se democratice la información pero no creo que eso pueda sustituir al oficio periodístico y cuanto lo hace confiable”, opina la nicaragüense.

Se reconoce en ambas profesiones nacidas del lenguaje, de su lengua española que define como la “columna vertebral de nuestra identidad” iberoamericana: “en medio de la variedad de etnias y también de la variedad de lenguas indígenas que sobreviven, el uso generalizado del español nos hermana”.

Pero aunque no descarta su dualidad vocacional, admite que la literatura cuenta con un valor extra que nos hace “sentirnos menos solos” y nos sirve para “comprobar que los sentires son comunes y que las alegrías y dolores los compartimos con los demás”.
“Por otro lado, -continúa- pienso que el ser humano tiene necesidad de la belleza, la busca de muchas formas y una de esas formas es la poesía, la literatura, el arte de la palabra”.
Asimismo, considera que la literatura en español está dotada de unos rasgos con los que no cuentan otras: “’Cien años de soledad’ no podría haberse escrito en Europa. La literatura del boom marcó época, no sólo en Latinoamérica, sino en el mundo entero”.

IBEROAMÉRICA: HISTORIA Y MESTIZAJE

Para hablar de Iberoamérica se refiere a “la historia” y “el sufrimiento común”, pero también al “mestizaje” que, cargada de poesía, resume como “la piel de chocolate claro” y define así a los iberoamericanos que, a su juicio, son “diversos pero culturalmente similares”.
Echa la vista atrás y no se arrepiente de haber tomado las armas contra la dictadura familiar de los Somoza a la que el Frente Sandinista de Liberación Nacional puso fin en 1979, revolución que, según cuenta, le dejó sentimientos de todo tipo.

“Mis recuerdos de esa época tienen de todo, desde las emociones más hermosas hasta las más grandes penas y desilusiones. Pero no me arrepiento de haber vivido lo que viví. Valió la pena y creo que me hizo un mejor ser humano”, subraya.

Considera que “ninguna revolución alcanza cuanto se espera de ella” y califica de “falacia” la idea de que “se puede cambiar un sistema a través de una gesta, por muy heroica que sea”: “la historia se toma su tiempo y nuestras vidas son muy cortas para ver el efecto de algo en el largo plazo”.

Pese a todo ello, no pierde de vista que “la revolución cumplió con su objetivo de derrocar la dictadura somocista y nos hizo vivir la posibilidad de los sueños”.

Crítica con la situación actual en Nicaragua, apunta a que la educación es “crucial” y cree que “en eso no se ha avanzado mucho”.

En esa misma línea señala que “es necesario elevar el magisterio como una profesión digna y bien remunerada, preparar buenos maestros y revisar todo el sistema educativo deficiente”.
Y, pese a la crítica, también resalta las posibilidades de su país, “un país muy bello con un gran potencial turístico”, industria que “podría impulsar la economía, pero a la que hasta ahora no se le ha dado la prioridad que merece”.

“Se requieren políticas nacionales para preservar los recursos, mejorar la infraestructura, y sobre todo aumentar la productividad de las industrias que están esperando mejores condiciones y mejores planes nacionales”.

NICARAGUA: CULTURA Y REVOLUCIÓN

La también poeta destaca la capacidad de Nicaragua en el ámbito de la cultura, donde, dice, son “afortunados” por tener “uno de los festivales de poesía más hermosos del continente, el Festival Internacional de Poesía de Granada” que se celebra desde 2004.

Además valora que el país centroamericano también tenga el evento de narradores Centroamérica Cuenta y que la pintura reciba “el estímulo” de la Fundación Ortiz Guardián “que ha creado en la ciudad de León un magnífico museo de arte latinoamericano y nicaragüense”: “en medio de nuestra pequeñez como país, somos grandes como productores de literatura y de arte”.

Patriota de la cultura de su país y su pasado revolucionario, también cree que la relación entre América Latina y la Península Ibérica “ha crecido y mejorado mucho en las últimas décadas” con una España que, a su juicio, es un “factor para el desarrollo de muchas iniciativas latinoamericanas”.

“Desde la cultura, yo lo vivo como una relación fraterna y muy positiva. De ese concepto de “madre patria” que era colonialista, España ha pasado a ser una suerte de hermana mayor. Esa nivelación y sentido de mutuo beneficio ha fortalecido los lazos entre la península y el continente americano”.

Así, destaca el trabajo de instituciones como el Instituto Cervantes, la Real Academia de la Lengua, la Agencia Española de Cooperación (Aecid) o los centros culturales, los cuales, según opina, “han hecho un trabajo muy significativo para cambiar los equívocos culturales que solían alejarnos”.

Asimismo, considera “valiosa” la actividad de las Cumbres Iberoamericanas, una
instancia “que reúne a esa identidad que somos y compartimos en el idioma”: “generar conversaciones, intercambios, dinámicas humanas, eso para mí es lo más valioso de estas Cumbres”.