Vanda Pignato

Vanda Pignato

“Iberoamérica es una región de oportunidades”

Fotografía: cedida
Texto: Macarena Soto

Vanda Guiomar Pignato nació en Sao Paulo el 16 de febrero de 1963 y a los once años ya tenía a El Salvador en la mente. Abogada y activista, fue fundadora del Partido de los Trabajadores de Brasil y Primera Dama de El Salvador tras su matrimonio con el presidente Mauricio Funes y actual secretaria de Inclusión Social.

A los 11 años, Vanda Pignato dedicó una exposición escolar a El Salvador cuando aún faltaba mucho para que dejara Brasil y se asentara en el país más pequeño de América Latina, donde fue Primera Dama y empezó su lucha para que las mujeres puedan ejercer sus derechos y alcancen la igualdad con los hombres.

“Sostengo enfáticamente que la violencia delincuencial que vive actualmente El Salvador, y la mayoría de países centroamericanos, tiene su base en la violencia de género, esa violencia que nace y se reproduce en el hogar cuando se considera a las niñas y a las mujeres como objetos”, declara Pignato en un extenso correo electrónico.

Fundadora del Partido de los Trabajadores de su país, Brasil, su matrimonio con Mauricio Funes la hizo Primera Dama de El Salvador y, rompiendo la tendencia de rol secundario de esta figura, se convirtió en la primera esposa de un presidente salvadoreño en tener, además, un puesto político, al asumir la Secretaría de Inclusión Social que sigue dirigiendo.

“Ser la Primera Dama fue la experiencia más enriquecedora e importante de mi vida”, dice de una posición que le permitió “generar cambios” en el país más densamente poblado de América y en el que pudo “desarrollar proyectos, programas y políticas públicas que beneficiaran a los sectores más vulnerables, en especial las mujeres”.

Pese a su decisión y el apoyo del presidente Funes, no todos aceptaron que una Primera Dama tomase partido en la política estatal: “muchos lo pensaron y dijeron que solo podía seguir con programas asistencialistas tal como había ocurrido tradicionalmente en el país. Yo decidí cambiar esa realidad y tener un rol protagónico”.

“Debemos romper con los estereotipos y ver a las mujeres como personas sujetas de derechos, comprendiendo sus realidades y sus necesidades particulares”, insiste sobre un tema que le enciende el discurso y la acción.

Cuenta que fue a raíz “del primer gobierno de izquierda en El Salvador”, el de su exmarido, cuando tuvo la “responsabilidad” de “crear, dirigir y conducir” la Secretaría de Inclusión Social, que “implicaba velar para que todo el gobierno emprendiera la labor de garantizar los derechos humanos de la población salvadoreña, sobre todo de los desprotegidos y excluidos”.

Desde la Secretaría prestó especial atención a las mujeres, para las que ideó el sistema nacional Ciudad Mujer, un complejo que brinda “los servicios indispensables” para que las mujeres tengan conocimiento de sus derechos, su salud sexual y reproductiva así como atención en casos de violencia de género y acceso a servicios relacionados con la autonomía económica.

Un único espacio con los servicios concentrados para “deconstruir esa concepción de la mujer relegada al espacio doméstico y comenzar a construir una visión de la mujer como el centro de todas las políticas”, según explica.

“Es aquí donde nace el modelo Ciudad Mujer, ya que  parte del reconocimiento de esa realidad y de la necesidad de dar respuesta a una problemática tan compleja como extendida, no sólo en El Salvador, no sólo en Centroamérica sino en todo el mundo, sin distinción de sociedades ricas y pobres, desarrolladas o en desarrollo”, enfatiza.

Pese a que Ciudad Mujer nació y se pensó a partir de la realidad salvadoreña, similar a la de otros países centroamericanos, Pignato tiene claro que el modelo es plenamente exportable a otros Estados.

“Ciudad Mujer llegó para quedarse en El Salvador. Estamos trabajando en su fortalecimiento y ampliación en todo el territorio salvadoreño, y nos llena de mucha satisfacción que países de América Latina, Europa, Asia y África, ya han visitado El Salvador para conocer el modelo de atención, y muchos de ellos trabajan ahora en su implementación”, destaca orgullosa.

Un modelo que desde su fundación en 2011 ha atendido a más de 1.200.000 usuarias a las que se les ha ofrecido cerca de tres millones y medio de servicios, entre los que destacan las más de 27.000 mamografías, casi 50.000 citologías y 43.000 asistencias a mujeres víctimas de violencia de género.

“El 93% de las mujeres que hizo uso de los servicios de Ciudad Mujer manifestó estar más satisfecha con su vida”, apunta Pignato quien recuerda que lo calificó “como una maravillosa iniciativa para las mujeres”, y ONU Mujeres “como un modelo con una visión y un enfoque necesario para responder ante la violencia en contra de las mujeres”.

“A nivel Iberoamericano, nos complace muchísimo que entidades como la Secretaría General Iberoamericana, a través de su secretaria general, Rebeca Grynspan, hayan mostrado su interés y expresado su respaldo al modelo Ciudad Mujer. Eso nos demuestra que estamos en el camino correcto”, subraya.

En ese sentido, cree que desde el sistema iberoamericano se puede empujar para alcanzar “la aspiración común” de los iberoamericanos: “que nuestros pueblos vivan en condiciones de democracia, justicia y paz”.

“Iberoamérica es una región de oportunidades y desarrollo donde los países que la conforman se conjugan para compartir experiencias y buenas prácticas. Pero más que eso, Iberoamérica es un espacio de hermanamiento y solidaridad, en donde impulsamos los valores e ideales que nos unen”, reflexiona esta brasileña “apasionada” por El Salvador.

Se muestra convencida de que “nos unen muchas cosas” además de “idiomas en común” y “costumbres y realidades muy similares”: “se han vivido duras épocas, donde la lucha por la libertad y los derechos fundamentales ha sido emblemática y, por supuesto, su historia, que ha estado ligada entre sí”.

Asimismo, señala que existen “muchos desafíos” comunitarios entre los que destacan la migración y la trata de personas, “pues varios de los países sirven de tránsito, otros de destino, pero es importante enfrentarnos a esta realidad que diariamente afecta a miles de personas, en especial a mujeres, niñas y niños”.

Conocedora del sistema y de la función de la Secretaría General Iberoamericana, cree que es “fundamental fortalecer el intercambio y la cooperación Sur-Sur”, ya que “actualmente existen experiencias altamente exitosas y exportables que pueden mejorar sin duda la condición de vida de la población y favorecer un crecimiento y desarrollo conjunto”.