Jaime Abello

Jaime Abello

“El interés de Gabo era establecer fuentes de intercambio y colaboración en el periodismo iberoamericano”

Fotografía: EFE/Luis Eduardo Noriega
Texto: Macarena Soto

Jaime Abello Banfi nació en Barranquilla (Colombia) el 16 de julio de 1958. Estudió Derecho pero pronto se dejó encantar por el periodismo y la figura de su compatriota Gabriel García Márquez con el que fundó la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que dirige desde 1995.

Madrid.- Jaime Abello lleva toda la vida ligado a Iberoamérica, desde sus primeros años como presidente de la Asociación iberoamericana de canales regionales a su puesto actual como director de la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) donde cumple con el interés de Gabriel García Márquez de “establecer fuentes de intercambio y colaboración” en la región.

El premio Nobel de Literatura comenzó su carrera en el mundo de las letras en la redacción de un diario y pese a que se ganara la fama mundial con sus libros de ficción, nunca dejó de apoyar la llegada de nuevos periodistas y nuevas formas de contar la realidad en español y en portugués.

“Hay una dinámica natural a que las temáticas más críticas que tratamos giren alrededor de América Latina, pero nos hemos dado cuenta de que allá (en la Península Ibérica) hay debates que han interesado mucho aquí”, cuenta Abello, quien se muestra orgulloso de poder usar “la llave” del nombre de Gabo para darle mejor vida al periodismo de la región.

Pese a que dejar la fundación en el ámbito latinoamericano podría haber resultado más natural desde un punto de vista geográfico, añadirle el apelativo Iberoamericano fue una “decisión de plena consciencia” por parte de Abello y García Márquez.

LETRAS IBEROAMERICANAS

“Pensamos que era muy importante incluir a España que tenía referentes como la escuela de El País, que le parecía interesante. Desde entonces funcionamos con un concepto iberoamericano y con maestros de ambos lados del atlántico”, ejemplifica este abogado que pronto se entregó al periodismo.

Asegura que la historia de la Fundación, conocida sobre todo por sus talleres y sus premios anuales, “demuestra” que la idea del escritor colombiano “tenía plena validez” tras otras aventuras en la que se había embarcado como la de crear la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba).

“Allí él había empezado a impartir talleres de cómo contar cuentos, a raíz de esa experiencia de que en el periodismo hacía falta fortalecer aspectos de ética, investigación, el ideal del servicio público del periodismo y en general de contribuir a la excelencia de la práctica del oficio en América Latina”, dice Abello de quien califica como “factor de inspiración”.

En ese sentido, asegura que aunque ya “no está en cuerpo con nosotros, (su escritura) nos ofrece una cantidad de ejemplos de que se puede conciliar la alegría con la seriedad, el rigor con la creatividad y la pasión con la capacidad de probar suerte en diferentes campos creativos”.

“Cuando se asocia su nombre al realismo mágico es importante ver que no mezclaba todo, sino que podía navegar por los dominios de la imaginación con la misma profundidad y logros que por los de la realidad, un hombre que tenía muy claro que había un pacto de lectura desde una posición ética entre ficción y las historias de verdad del periodismo”, subraya.

Así, incide en que “lo más importante hoy” no es solo leerlo, sino “gozarlo a través de su literatura y su periodismo”: “hay al menos ocho libros que son una verdadera biblioteca de su periodismo para darnos cuenta de esa experiencia vital de investigador y contador de historias, de educador y de ciudadano con ética, valores y amor por Iberoamérica”.

“Fue una persona progresista, comprometida con los derechos humanos y la justicia, hay que tomarlo como un factor de inspiración y movilización para la educación, la cultura, el periodismo, el cine y la literatura. En esto está la Fundación que no dejará de ser de periodismo, pero que tiene que crear sinergia alrededor de todo ese legado que Gabo nos ha dejado”, refleja.

Abello, en pleno contacto con los periodistas de la conocida como crónica latinoamericana que antes bebía más de los referentes anglosajones como Gay Talese o Truman Capote, apunta a que la FNPI ha contribuido a que estos escritores consideren también a los iberoamericanos como modelos.

“Los buenos periodistas se dan cuenta de que los referentes no están solo en su propio país, sino en los otros países iberoamericanos”, afirma para recordar que “además hay problemas comunes que están vigentes” que dan “mucho sentido a tener un enfoque iberoamericano”.

Considera que existe una “nueva territorialidad que no es imaginaria”, que va más allá de “la idea de que nos salgamos de la frontera regional, nacional y local”, un territorio “de la lengua y de los intereses compartidos que es la territorialidad iberoamericana” y que, a su juicio, “tiene un sentido pleno” porque “la vivimos a diario”.

CUMBRES Y COOPERACIÓN IBEROAMERICANA

Sobre el proyecto iberoamericano y en concreto sobre las Cumbres de presidentes y Jefes de Estado, en las que ha participado a través de algunas reuniones preparatorias, opina que “han mantenido la llama viva” y destaca los “muchos programas y proyectos que han salido” de ellas.

“En el cine pienso en Ibermedia, por poner un ejemplo, y por supuesto el problema es que hemos vivido, seguimos con problemática política tan fuerte en cada país, que no hemos conseguido encontrar el alineamiento político de estabilidad para poder realmente avanzar decididamente el proyecto”, reflexiona.

En esa misma línea, cree que “hay que asumir esa realidad y no lamentarse” por lo que “no se le puede echar la culpa a las Cumbres de lo que nuestra propia política nos impide hacer”, sino que “hay que aprovechar el espacio” donde, según Abello, “a veces se da un paso grande y a veces un paso pequeño, pero es muy importante mantener la claridad conceptual”.

“No hay panaceas más allá de que sepamos realmente crear un compromiso y sinergias, (…) hemos avanzado muchísimo porque somos una comunidad real, más cultural, económica y lingüísticamente que políticamente; nos haría falta que la política estuviera a la altura de esa realidad que nos invita siempre a la unidad y a la colaboración”, zanja.